viernes, 22 de abril de 2016

La fuerza de una mujer

Yo como muchas mujeres de mi generación, crecimos en hogares donde el padre tiene la última palabra y la madres y los hijos acatan toda decisión.  Mi padre creció en un hogar así y lo replicó en muchas cosas con nosotros, pero tengo que reconocer que conmigo cambio mucho.  Sin duda es el mejor padre que me pudo haber tocado... nunca me puso límites para soñar, para buscar, aprender; me dijo que podía hacer todo lo que yo quisiera, siempre y cuando lo hiciera lo mejor posible.  Él es súper exigente y con voz fuerte me regaño y con mucho cariño me educó, también me explicó que tenía el derecho y la obligación de hacer valer mi voz, que tengo la oportunidad de usarla y seguir mi camino como yo lo busque hacer.
Hoy cuando veo mi vida en retrospectiva solo puedo darle gracias a mi papá por todas las lecciones, oportunidades y apoyo; nunca vio en mi un género si no capacidad.

Tengo muchos ejemplos de mujeres valientes, inteligentes y luchonas a quienes admiro porque al enfrentarse al día a día en un mundo lleno de machos, todos los días callan bocas por lo valiosas que son.  Lo digo porque justo en estos meses es cuando más veces he escuchado o ser objeto de menosprecio por parte de hombres, que dicen que no puedo o si lo hago, es porque tengo un hombre detrás - no por valor propio.  Cada vez que escucho algo como esto viene a mi mente la frase de hombres de honor (irónicamente) cuando le preguntan al buzo... ¿porqué lo deseas tanto? -Porque me dijeron que no lo lograría!!! Y mi padre me dijo que sí.

La fuerza de la mujer viene de muchas fuentes, pero siempre es la chispa que se llama pasión por hacer las cosas; esto es lo que les hace mover montañas.  Mi pasión es hacer todo como me enseño mi padre, porque él fue el primero en enseñarme cuál era mi propio valor, mi camino y mi misión en la vida... hacer lo que quiero y ser feliz!

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